Que un nuevo libro aparezca en el mercado siempre es una buena noticia; al menos si el autor no es Paquirrín, Belén Estebán o alguno de esos fantoches mediáticos (o, más bien, sus negros). Si encima tiene algo de calidad, ya es obligatorio tirar confeti. Y si, para finalizar, el libro está escrito por un camarada de la XSUC y amigo de la que suscribe, es un día para marcar en rojo en el calendario. Pues bien, lo que he explicado acaba de suceder: ya está disponible en Amazon para aquel a quien le apetezca echar un vistazo y, eventualmente, llevárselo a sus dispositivo de lectura, No está muerto lo que juega eternamente, la primera novela de Carlos Milán.
He tenido la suerte de ser una de las primeras personas que leí esta novela: Carlos y yo nos conocimos en un principio en las redes sociales, y más tarde coincidiendo en temas activistas en los que los dos andábamos y andamos metidos; al ser lector mío, creyendo más de lo que yo creía (y de lo que han demostrado las circunstancias) en el éxito de La rebelión de los soldaditos de plomo, se le ocurrió prestarme su manuscrito con vistas a que le diera algún consejo útil como la escritora que se supone que soy (solo se supone): el único que pude darle, una vez constatado que aquello valía realmente la pena, es que optara por las nuevas posibilidades actuales de publicación independiente en digital, dada la dificultad de que una editorial lo suficientemente potente para dar adecuada difusión una obra apueste por un autor desconocido y sin padrinos (descartando, claro está, las empresas que se dicen editoriales y que solo pretenden hacer negocio a costa de autores incautos o demasiado necesitados del éxito). Como bien se ve me hizo caso: ahora solamente espero que ni él ni yo tengamos que arrepentirnos.
Y ahora toca daros razones por las que se ha de leer esta novela, y os las daré yo, porque conociendo al autor no creo que se preste al esperpento de solicitar la compra de la novela en todas las plataformas sociales en las que se encuentra y de empezar todas sus conversaciones con el sintagma preposicional «En mi libro» seguido del pronombre personal de primera persona. Es una novela autodidacta, original, arriesgada y fresca, apta para todos los públicos y para todos los niveles, escrita pensando en el lector y no en conjurar los fantasmas del escritor. Aunque es una novela de género (de hecho, de varios géneros mezclados, pues hay terror, misterio, aventura e historia), trata temas de actualidad como el conflicto en Palestina y lo hace con grandes dosis de un humor en ocasiones desternillante, aparte de que se respira en toda la obra un innegable hálito de compromiso social y solidaridad. Un trama bien hilvanada, un desenlace impactante, personajes sorprendentes y muy trabajados… Y, para que no falte de nada, también hay lugar para los sentimientos (amistad, amor…) e incluso alguna escena de alta temperatura. Motivos suficientes, creo yo, para que se le dé una oportunidad y… a disfrutar.
La entrada de tu blog me parece simplemente fantástica, y una nueva ocasión para agradecerte (nunca te lo podré hacer lo suficiente) la ayuda que me has prestado con esta obra, que yo siempre he calificado de «relato» mientras tú me hacías ver se trataba en realidad de una novela. Mantuvimos esta discusión a menudo, ya que yo siempre prefería que me envolviera una suntuosa capa de «humildad», o falta de pretensiones cuasimegalómanas. Quizás por eso siempre he intentado tratar a los personajes y a la historia desde un punto de vista mucho más humano, si entendemos por ello la aglomeración atropellada de defectos y debilidades, aunque, indudablemente, tanto unos como otra siempre han estado inmersos en un mundo fantasioso y terrorífico que se escapa totalmente al control de cualquier pobre idiota que así lo pretendiese.
Esto último se debe a mi gran pasión por el terror lovecraftiano, por la fantasía cósmica y por la Historia más anecdótica, hasta el punto de querer atomizar cada suceso acaecido y contextualizarlo (casi globalizarlo) en el conjunto de la realidad académica; todo ello sin permitir, ni por un solo instante, que tanto el terror como la fantasía fluyeran libremente en esa atomización histórica para poder alterar el curso de los hechos. En definitiva, se trata de jugar, de divertirse, de contar historias y, sobre todo, sorprenderse de cuán cierto es aquel dicho de que la realidad supera a la ficción, pues no hay horror alguno mayor que la crueldad humana, ni fantasía mayor que las noticias de los canales televisivos.
Siempre me he considerado una persona aficionada a escribir, a contar historias. Nunca me consideré un escritor, pues creo que, como en cualquier arte (ya sea pintura, escultura o papiroflexia, je, je), deben ser los lectores los que crean oportuna concederme semejante categoría. Yo me limito a disfrutar y pretender humildemente (aunque no tanto, ya que todos tenemos un poso de orgullosa necesidad de querer gustar, con nuestros hechos y nuestras obras, a los demás) arrancar una sonrisa de quien me lea. Lograr la atención, casi la adicción de un lector, que se lea toda la novela y encima le guste…. uf, eso sería la caña total.
Quisiera acabar como empecé: agradeciéndote una vez más tu empeño en apoyarme y tu insistencia en que no me rindiera. Lo leíste y te gustó. Te aseguro que me doy por satisfecho con ello. Al menos una persona me dijo que le gustó y que valía la pena intentar que otros tuvieran la oportunidad de que les gustara. Sabes que sin ti, esta novela nunca habría sido posible.
Gracias.
Ona también te las da.
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Ha sido un placer. Yo apuesto por los proyectos en los que creo, y en este creí. Te deseo que tengas mucha suerte, que te la mereces, y que acabes pronto otra cosa, que hace mucho que no leo nada interesante!!!
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Hola: gracias por el análisis de esa obra. Te invito a leer mis novelas:»LA MOTOLITA» y «EL ANDARIEGO FELIZ» en mi blog:https://jibilayrebelde.blogspot.com
Mándame comentarios. Fte.abzo
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Muchas gracias por la sugerencia. Miraré de hacerlo en cuanto pueda. Un abrazo para ti también!!!
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